Siempre me llamaron la atención ciertos números, están siempre o luego de un tiempo, aparecen.

En mi vida son algunos, y para otros, son otros.

Según los primeros todo se resume a números (gematría). Porque no hay letras, sino números transformados en letras.

Así un día nació la alquimia que es la capacidad de transformar lo que nos rodea.

Porque la data está y estará vigente, la llevamos en el ADN que es el código de la naturaleza y supera nuestra mente.

Tiene 64 conexiones posibles y es la cantidad de opciones a futuro, que conocemos al ser conscientes.

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Es estar presente. Porque al pensar en pasado o futuro, nos volvemos pres@ de nuestra mente.

Sin darme cuenta apareció de nuevo el once y de la manera más creativa.

Hoy muchos hablan de "números maestros", es muy probable que solo repitan.

El ketoret es un incienso sagrado que se ofrenda desde hace más de mil años y lleva once ingredientes.

Diez son muy dulces, salvo el el undécimo -gálbano- que tiene un aroma fétido y representa la voz disidente.

El aspecto sombrío o lo que nos gustaría dejar en el olvido del resto o de nosotros mismos.

La verdad requiere una integración inconsciente, como la fragancia que incluye los once ingredientes.

Sin gálbano no hay ketoret, sin aceptar nuestra sombra no hay verdadero placer.

Creamos nuestro destino y todo es como es.